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CENTRO DE ESTUDIOS CERVANTINOS
Guías
de Lectura Caballeresca
/ Caballeresca's Reading Guides
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Guías
de Lectura Caballeresca
Las Guías de lectura caballeresca nacen como un complemento a Los Libros de Rocinante, y constituyen con su argumento, diccionario de personajes, listado, tabla de capítulos, bibliografía y reproducción de páginas y grabados, una herramienta muy útil para conocer el entramado textual de los libros de caballerías castellanos.
Oliveros de Castilla | |
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Por José Manuel
Lucía
Megías |
El Oliveros de Castilla, traducción de un texto francés publicado en Ginebra en 1482 (Ystoire d’Olivier de Castille et d’Artus d’Algarbe), es uno de los primeros libros de caballerías publicados, fechándose su prínceps en la imprenta burgalesa de Fadrique Biel de Basilea en 1499. En sus primeras ediciones, siempre se imprimió en folio, adornado con diferentes grabados de hermosa factura. Sólo a partir de mediados del siglo XVI se modificó su formato (en cuarto) y entró de lleno dentro de una nueva modalidad caballeresca: las historias caballerescas breves. |
Tristán de Leonís | |
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Por Luzdivina
Cuesta
Torre |
Tristán de Leonís, publicado en 1501, rescata para el género caballeresco las aventuras medievales de Tristán, y de su pasión por la reina Iseo. Filtros amorosos, pasiones más allá de la razón pero, sobre todo, un modelo de conducta caballeresca y cortesana, se dan cita en sus páginas, que hasta mediados del siglo xvi, contaron con numerosas reediciones. |
Baladro del sabio Merlín | |
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Por Paloma
Gracia
Alonso |
El Baladro del sabio Merlín se publicó por primera vez en castellano en 1498 en las prensas burgalesas de Juan de Burgos. Recoge la segunda sección de uno de los ciclos de historias artúricas más importantes de toda la Edad Media, la conocida como Post-Vulgata, y en él no sólo se encontrarán aventuras de algunas de sus caballeros más importantes (con el comienzo del reinado del rey Arturo), sino también el relato del nacimiento y de la vida del más grande de los magos que ha dado la literatura: Merlín. |
Felixmarte de Hircania | |
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Por Mª del Rosario
Aguilar
Perdomo |
Felixmarte de Hircania, citado en varias ocasiones en El Quijote, fue escrito por Melchor de Ortega a mediados del siglo xvi, cuando se estaban imponiendo nuevos modelos narrativos en el género caballeresco, de la mano del Espejo de príncipes y caballeros y del Belianís de Grecia. En todo caso, Felixmarte se caracteriza por seguir muy de cerca el paradigma establecido por Garci Rodríguez de Montalvo con su refundición de los cuatro primeros libros de Amadís de Gaula. |
Clarián de Landanís (Libro I de la primera parte) | |
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Por Antonio
Joaquín Gonzalo |
El Libro I de la primera parte del Clarián de Landanís, escrito por Gabriel Velázquez de Castillo se publicó por primera vez en el Toledo de 1518, dando comienzo a uno de los ciclos caballerescos más interesantes de la primera mitad del siglo XVI. Entre sus características, sobresale su vinculación al emperador Carlos V y a sus nobles, que le otorga una naturaleza particular, sobre todo en todo lo referente a la presencia de aventuras eróticas, muchos menos habituales en los textos que siguen el paradigma inicial ideado por Garci Rodríguez de Montalvo con su Amadís de Gaula. |
Lisuarte de Grecia (Libro VII de Amadís de Gaula) | |
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Por Emilio José Sales Dasí
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El Lisuarte de Grecia, que ocupa la séptima posición en el ciclo de Amadís de Gaula, es la primera entrega caballeresca de Feliciano de Silva, que se convertirá con el Amadís de Grecia, y los cinco libros del Florisel de Niquea, en uno de los autores más influyentes en el género de la primera mitad del siglo XVI; gracias a Feliciano el género caballeresco se acerca a la novela pastoril, y gracias a sus obras, va triunfando la línea de entretenimiento, en donde la fantasía y la complejidad narrativa se convierten en dos de sus ejes fundamentales. |
Arderique | |
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Por Dorothy
Molloy
Carpenter |
Arderique es un curioso representante caballeresco de uno de los centros editoriales del género más importantes: Valencia. En Arderique, seguramente traducción castellana de un texto escrito originalmente en catalán, se dan cita los caballeros artúricos, con el rey Arturo a la cabeza, y sus amadas, lo que da lugar a un complejo entramado de aventuras amorosas y caballerescas. |
Florisel de Niquea (Tercera parte) (Libro X del Amadís de Gaula) | |
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Por Javier
Martín
Lalanda |
La tercera parte de Florisel de Niquea muestra el éxito de la propuesta caballeresca de Feliciano de Silva dentro del ciclo de Amadís de Gaula, después de la publicación del Lisuarte de Grecia y del Amadís de Grecia. Feliciano de Silva, continuador también de la Celestina, es uno de los autores de libros de caballerías más importantes del siglo xvi, tal y como indicara el hidalgo manchego de El Quijote en el primer capítulo de la obra. |
Lidamor de Escocia | |
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Por Jorge Francisco
Sáenz
Carbonell |
Del Lidamor de Escocia, de Juan de Córdoba, sólo se conoce una edición: la publicada en Salamanca en 1534, y hasta hace unas décadas no se conocía ningún ejemplar de la misma, por lo que es uno de los textos caballerescos más desconocidos. Un texto que se escribe en uno de los momentos de esplendor del género, y en donde sobresalen sus aventuras maravillosas. En todo caso, se trata de un texto que se mantiene fiel al paradigma inicial del Amadís de Gaula, frente a las experimentaciones que Feliciano de Silva y otros autores están llevando en estos momentos en el género. |
Sergas de Esplandián (Libro V de Amadís de Gaula) | |
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Por Emilio José
Sales
Dasí |
Las Sergas de Esplandián constituyen el último texto caballeresco de Garci Rodríguez de Montalvo, y cuenta las hazañas del hijo de Amadís de Gaula, Esplandián, que termina por llegar a ser Emperador. Pero las Sergas no han de ser consideradas una continuación del Amadís de Gaula, sino que formaría una unidad textual con los cuatro primeros libros de la refundición que lleva a cabo el autor de Medina del Campo; una unidad que termina impregnándose por el espíritu de Cruzada, que es el que domina en la Castilla de finales del siglo XV (la conquista de Granada) y principios del XVI. |
Tristán de Leonís el Joven | |
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Por Luzdivina Cuesta Torre |
Las aventuras del caballero medieval Tristán de Leonís, y su trágica pasión con Iseo la Rubia, publicada en castellano en 1501, tendrá su continuación en 1534 en las prensas sevillanas de Dominico de Robertis en 1534. Se abandonan los espacios y los recuerdos medievales para escribir un texto renacentista en donde domina el entretenimiento; un texto seguramente nacido de una estrategia editorial: en Sevilla, en estos momentos, el mercado editorial estaba dominado por la dinastía de los Cromberger, y el impresor De Robertis intenta un éxito comercial arropado por la fama del nombre de uno de los caballeros más famosos de la Mesa Redonda. El éxito no fue tal: no volvió a reeditarse. |
Floriseo | |
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Por Javier
Guijarro
Ceballos |
Floriseo, del autor extremeño Fernando Bernal, se imprimió por primera (y única) vez en Valencia, en 1516. Son los años de la primera expansión del género, que tendrá en Valencia uno de sus centros editoriales más importantes (en 1517 el Arderique; en 1519 el Claribalte; en 1521 el Lepolemo...). Frente al modelo amadisiano, Fernando Bernal va a incluir el motivo de la presencia del corsario como causa de la separación entre hijo y padre, dando lugar a un texto caballeresco novedoso y uno de los más interesantes dentro del género. |
Clarián de Landanís (Libro II) | |
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Por Javier
Guijarro
Ceballos |
Alvaro de Castro, médico y humanista, retomará las aventuras del caballero Clarián de Landanís en 1522, dando lugar a uno de los ciclos con más representantes y éxito en todo el siglo xvi. El ciclo de Clarián de Landanís se vincula a la corte del emperador Carlos V, de quien se sabe que era un lector habitual de este tipo de obras, lo que nos traslada a un nuevo horizonte de expectativas, en donde el humor y la sexualidad van a tener una mayor presencia. |
Clarián de Landanís (Libro II) | |
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Por Javier Guijarro Ceballos |
Alvaro de Castro, médico y humanista, retomará las aventuras del caballero Clarián de Landanís en 1522, dando lugar a uno de los ciclos con más representantes y éxito en todo el siglo xvi. El ciclo de Clarián de Landanís se vincula a la corte del emperador Carlos V, de quien se sabe que era un lector habitual de este tipo de obras, lo que nos traslada a un nuevo horizonte de expectativas, en donde el humor y la sexualidad van a tener una mayor presencia. |
El Baldo | |
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Por Folke
Gernert |
El Baldo se inserta dentro del ciclo caballeresco de Renaldos de Montalbán, uno de los más exitosos durante todo el siglo xvi, con muchas relaciones con el Quijote cervantino. En 1521 se publica el Baldus en la llamada «Redazione Toscolana», la segunda de las cuatro ediciones del poema macarrónico de Teófilo Folengo: base textual del texto castellano. Pero el Baldo es algo más que una traducción. En sus páginas, junto a aventuras caballerescas, se unen otros elementos de diferente naturaleza, lo que ha llevado a la crítica a caracterizarlo como un “anti-libro de caballerías”. |
Amadís de Grecia (libro IX de Amadís de Gaula) | |
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Por Carmen
Laspuertas
Sarvisé |
Con Amadís de Grecia, publicado por primera vez en 1530, Feliciano de Silva consigue uno de los textos caballerescos más interesantes: no sólo consigue acercar la caballería a la ficción sentimental (siendo pionera en este empeño) sino que con sus tramas novelescas complicadas y la aparición protagonista del disfraz, va a ir configurando un modelo caballeresco que terminará por triunfar en la segunda mitad del siglo XVI: la caballería de entretenimiento. Si Garci Rodríguez de Montalvo a finales del siglo XV ha de ser considerado como el promotor del nuevo modelo caballeresco con su Amadís de Gaula, y a Cervantes a principios del XVII como el impulsador de un nuevo modelo de libro de caballerías con su Quijote, Feliciano de Silva es el gran impulsador del género en su época de esplendor, el que permite explicar, en parte, su éxito a lo largo de más de una centuria. |
Félix Magno (libros I-II) | |
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Por Claudia
Demattè |
Félix Magno, de autor anónimo, parecía ser uno de esos textos caballerescos que, por no ser citados por Cervantes en el famoso escrutinio de la biblioteca del hidalgo manchego en su Quijote, estaba llamado al olvido. Y así parecía ser, ya que desde 1549 no se había vuelto a publicar. Pero, los dos primeros libros de Félix Magno ofrecen diversas perspectivas de estudio en un género, que se abre a nuevas posibilidades en un momento crucial de su desarrollo. |
Lisuarte de Grecia (libro VIII de Amadís de Grecia) | |
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Por Emilio José
Sales
Dasí |
Dentro del ciclo de Amadís de Gaula, se incluyen dos textos que podemos denominar “heterodoxos”, dado que se salen del paradigma inicial y de los caminos marcados por los textos de Feliciano de Silva: el Florisando de Páez de Ribera, y el Lisuarte de Grecia, de Juan Díaz, publicado por primera (y única) vez en Sevilla en 1526. Frente a la maravilla, a la complejidad narrativa y al predominio cada vez mayor de la aventura caballeresca, en Lisuarte de Grecia de Juan Díaz se va a potenciar una visión cristiana de la caballería, en donde se rescata un “cierto” espíritu de cruzada. |
Florando de Inglaterra (libros I-II) | |
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Por Cristina Castillo Martínez |
Florando de Inglaterra, de autor anónimo, es uno de esos textos caballerescos casi del todo desconocidos: al no pertenecer a ninguno de los ciclos más importantes, al ser publicado en Lisboa y al escribirse en una época en donde florecieron los textos caballerescos (1545), ha quedado sólo como una referencia a pie de página en los (pocos) acercamientos que se han hecho al género. En todo caso, es un libro digno de tener en consideración ya que muestra cómo, partiendo del modelo amadisiano, se van insertando cada vez más elementos maravillosos, lo que será una de las corrientes triunfantes en la segunda mitad del siglo XVI. |
Espejo de príncipes y caballeros (Segunda parte) | |
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Por José Julio Martín Romero |
La
segunda parte de Espejo de príncipes y caballeros de Pedro de la
Sierra se publica por primera vez en 1580, como estrategia editorial
ideada desde Alcalá de Henares, para acompañar la reedición de la
primera parte. |
Félix Magno (libros III y IV) | |
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Por Claudia
Demattè |
La continuación de los dos primeros libros del Félix Magno, permite seguir rastreando en algunos de los tópicos habituales en el género: el cambio de nombre del protagonista (“Caballero de las Armas Tristes”), que le permite emprender nuevas aventuras y la aparición (torrencial) de nuevos personajes. Pero sobre todo, en esta nueva entrega se aprecia, por primera vez en el género, la mezcla del mundo cristiano con el pagano, lo que abre nuevas caminos a un género que ya cuenta con abundantes textos. |
Florisando (libro VI de Amadís de Gaula) | |
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Por Ana Cristina Ramos Grados |
Lorisando de Páez de Ribera, publicado por primera vez en 1510, pretende reconducir el paradigma inicial de Amadís de Gaula a vertientes de ortodoxia cristiana, por lo que los frailes y ermitaños tendrán un papel protagonista, y se abandonará toda referencia de magos, hechiceros y encantamientos, por considerar que su origen se encuentra en el demonio. Frente a la aventura y la diversión, se potencia la educación y los aspectos doctrinales. Este texto, que se inserta dentro del ciclo de Amadís de Gaula en el sexto lugar no obtuvo ningún éxito en su época, aunque es muy interesante para analizar cómo la caballería es entendida por la Iglesia como un mecanismo válido para defender sus propias ideas. |
Claribalte | |
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Ed. de Alberto
del
Río Nogueras |
Gonzalo Fernández de Oviedo es conocido por ser el autor de la Historia General y Natural de las Indias. Con Claribalte, la única obra de ficción de su autor, Fernández de Oviedo intenta, como otros tantos humanistas de su momento, crear un nuevo modelo de ficción caballeresca, en la que, basándose en las aventuras y tópicos del género, huya de la fantasía, de la maravilla, del entretenimiento, en una palabra, volviendo los ojos a la función educadora que este tipo de literatura podía ostentar en su momento. |
Olivante de Laura | |
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de Antonio de Torquemada |
En 1564 se publicó en la imprenta barcelona de Claude Bornat el libro de
caballerías Olivante de Laura. El texto apareció anónimo, pero ya sus
lectores del siglo XVII (como el propio Cervantes) conocieron que su autor
fue el humanista Antonio de Torquemada. |
La Trapesonda | |
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por Sonia Garza Merino |
La
Trapesonda forma parte del ciclo caballeresco de Renaldos de Montalbán;
el cuarto estará dedicado al Baldo. Los textos castellanos son
reelaboraciones de obras italianas, muchas de ellas escritas en verso.
Además de los elementos propios de un libro de caballerías (aventuras
bélicas y amorosas) en la obra destaca la presencia cada vez más
abundante del humor, que es una de las características de los textos
italianos. |
Valerián de Hungría | |
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de Dionís Clemente |
Valerián de Hungría fue impreso en 1540 en el taller valenciano de
Francisco Díaz Romano. Como se indica en su licencia de impresión, su autor,
el notario Dionís Clemente, es quien correrá los gastos de la edición.
Estamos ante uno de esos textos caballerescos instrumentales: utilizados por su
autor para una determinada finalidad, como también sucederá con el Poliscine de Boecia
en 1602. |
Tirante el Blanco | |
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por Rafael M. MÉRIDA y Rubén D. BUILES |
Tirante el Blanco es una traducción algo infiel de la novela titulada Tirant lo Blanch, escrita en torno a 1460-1464 por el noble valenciano Joanot Martorell, que disfrutó de un notable éxito a fines del siglo XV gracias a sendas impresiones incunables, de 1490 (Valencia, Nicolás Spindeler) y 1497 (Barcelona, Diego de Gumiel). Se trata de una de las ficciones caballerescas más interesantes del Medioevo hispánico, pues tanto la calidad de su prosa como la riqueza de los diversos hilos que tejen el bordado de su trama nos ofrecen una imagen de indudable vitalidad de la cultura aristocrática de aquella centuria. Recuérdese que Valencia era por entonces una de las capitales más prósperas de la Península Ibérica y del Mediterráneo, cuyo dinamismo reverberó fructíferamente en el cultivo de las artes y de las letras. Junto a Martorell, los nombres de Ausiàs March, Joan Roís de Corella o Sor Isabel de Villena encabezan una extensa nómina que confirma las excelencias de la literatura, en verso y en prosa, de aquel Reino. Tirant lo Blanch narra la trayectoria biográfica y las aventuras de un joven caballero que acaba sus días convertido en emperador de Bizancio. |
Lidamán de Ganail (libro IV del Clarián de Landanís) | |
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por Aurelio VARGAS DÍAZ-TOLEDO |
Lidamán de Ganail supone la conclusión del fructífero ciclo caballeresco de los clarianes, formado por el Libro primero de don Clarián de Landanís (Toledo, Juan de Villaquirán, 1518) de Gabriel Velázquez del Castillo, el Libro segundo de don Clarián (Toledo, Juan de Villaquirán, 1522) del maestro Álvaro, y las tres continuaciones de Jerónimo López que prolongan el texto de Velázquez del Castillo: la Segunda parte de don Clarián (entre 1518 y 1524), el Libro tercero de don Clarián o Floramante de Colonia (Toledo, Juan de Villaquirán, 1524) y la Cuarta parte de don Clarián o Lidamán de Ganail (Toledo, Gaspar de Ávila, 1528). El Lidamán de Ganail mantiene más rasgos de unión con la Segunda Parte que no con el Libro tercero, ya que el autor pretende dar fin a numerosas aventuras inacabadas en la Segunda Parte, como son las múltiples hazañas del propio Lidamán o de Vitoraldo. |
Florisel de Niquea (IV, parte I) | |
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de Feliciano DE SILVA |
En 1551 sale a la luz la Cuarta parte de la crónica del excelentísimo príncipe Florisel de Niquea, a la que seguirá un segundo libro que se imprime en Zaragoza en 1568. Insertándose en el “ciclo de los Amadís” nuestra obra constituye la primera parte del libro XI de la serie. Feliciano de Silva (Ciudad Rodrigo 1468-1554) será el cronista ficticio por antonomasia de las historias de Amadís de Gaula y sus descendientes comenzadas antes de 1508 por Garci Rodríguez de Montalvo con Amadís de Gaula, obra iniciadora del género de los libros de caballerías, seguida luego por las Sergas de Esplandián. |
Florisel de Niquea (I-II) | |
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de Feliciano DE SILVA |
El diez de julio de 1532 sale a la luz, de las prensas de Nicolás Tierri,
en Valladolid, la primera edición de la Corónica de los muy valientes
y esforçados caballeros don Florisel de Niquea y el fuerte Anaxartes,
hijos del muy excelente príncipe Amadís de Grecia, emendada del estilo
antiguo según que la escrivió Zirfea, reina de Argines |
Primaleón | |
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por Mª Carmen MARÍN PINA |
Pocos meses después de la aparición del Libro del famoso cavallero Palmerín de
Olivia (Salamanca, 22 de diciembre de 1511), se publica en las mismas
prensas salmantinas, posiblemente las de Juan de Porras, su continuación:
el Libro
segundo del emperador Palmerín (Salamanca, 3 de julio de 1512), también
identificado en el prólogo y en el colofón como Primaleón,
título por el que ya en la época y en la actualidad se le conoce y se
cita. La autoría de ambas obras es incierta y, de creer la información recogida en el colofón del Primaleón, fueron los dos traducidos del griego al castellano por un vecino de Ciudad Rodrigo llamado Francisco Vázquez, miembro de una reconocida familia mirobrigense pero, hasta la fecha, sin ninguna vinculación documental con las obras. Las coplas finales que adornan esta primera edición primaleoniana, al estilo de las compuestas por Alonso de Proaza para cerrar La Celestina y Las sergas de Esplandián, hablan, sin embargo, de una autoría femenina “por mano de dueña prudente labrado”, repitiendo la idea que ya se había expuesto en los versos latinos finales de Palmerín de Olivia firmados por el bachiller Augur de Trasmiera, donde se atribuye a una “femina docta” |
Febo el Troyano | |
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de Esteban CORBERA |
Entre los libros de caballerías se singulariza por numerosos motivos el texto de Esteban Corbera, que escogió para su aportación al género el ampuloso título de Dechado y remate de grandes hazañas, si bien se conoce más con el nombre de Febo el troyano. La obra salió a la luz en Barcelona en 1576 de las prensas de Pedro Malo, quien se arriesgó a sacar al mercado –en esos años de crisis para la imprenta española– un libro de caballerías. Quizá ese extraño momento comercial en que apareció la obra unido a la juventud de su autor cuando la compuso expliquen su principal peculiaridad: su carácter de centón o pastiche. Si Corbera inicia su texto con claras referencias a otras obras (Espejo de príncipes y caballeros, de Ortúñez de Calahorra; Belianís de Grecia, de Jerónimo Fernández; Olivante de Laura, de Antonio de Torquemada, o la Tercera parte de Florisel de Niquea, de Feliciano de Silva), a medida que vamos avanzando en sus páginas la imitación va convirtiéndose en plagio descarado, de forma que llega a insertar capítulos enteros tomándose sólo la molestia de cambiar el nombre de los protagonistas. Quizá haya que esperar a Jerónimo de Texeda y su Tercera Diana (1627) para encontrar un caso tan evidente de expolio literario. |
Espejo de príncipes y caballeros (primera parte) | |
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de Diego ORTÚÑEZ DE CALAHORRA |
El Espejo de príncipes y caballeros, también conocido como El cavallero del Febo, fue la obra fundadora de todo un ciclo de libros de caballerías que, en su totalidad, constituye una saga de héroes y sus aventuras. Aunque esta primera parte apareció aún a mediados del siglo XVI, el ciclo completo alcanzó los límites de su siglo e, incluso, los albores del siguiente. De tal suerte, que las obras que lo integran ejercieron una poderosa influencia sobre su ámbito literario y social, reflejando la evolución del mismo género caballeresco para proyectarse, así, en la subsecuente creación literaria. El Espejo de príncipes y caballeros, escrito por Diego Ortúñez de Calahora, fue publicado por primera vez en Zaragoza en 1555 y alcanzó hasta seis reediciones. |
Belianís de Grecia (III-IV) | |
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por Laura GALLEGO |
Ga Tercera y quarta parte del imbencible príncipe don Belianís de Grecia vio la luz en Burgos, en el taller de Pedro de Santillana, en 1579, treinta y dos años después de que se publicasen la primera y segunda parte de la novela. La Historia del magnánimo, valiente e inuencible cauallero don Belianís de Grecia (Burgos, Martín Muñoz, 1547) gozó de un notable éxito en la primera mitad del siglo XVI, coincidiendo con el auge de los libros de caballerías durante el reinado de Carlos I. A lo largo de esta etapa, las hazañas de don Belianís se reeditaron en diversas ocasiones, pero seguía sin aparecer la continuación que el autor había prometido. La segunda parte finalizaba con un momento dramático importante, puesto que las principales damas y doncellas del relato habían sido secuestradas en un carro mágico, y sus caballeros se disponían a remover cielo y tierra en su busca. Cuando por fin se publicó la Tercera y quarta parte (especificando en la portada “en que se cuenta la libertad de las princessas que de Babylonia fueron llevadas”, para tranquilidad de los lectores de la primera entrega), su autor, Jerónimo Fernández, ya había fallecido, según nos informa en el prólogo su hermano, Andrés Fernández, que es quien costea la edición. |
Floramante de Colonia | |
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por Javier GUIJARRO CEBALLOS |
El ciclo de libros de caballerías centrado en torno a la figura de don Clarián de Landanís y su linaje comprende cinco obras distintas, publicadas entre los años 1518 y 1528. En esos diez años, tres autores distintos y con diversa concepción de la poética del género caballeresco se ensayaron en la literatura de ficción áurea: Gabriel Velázquez de Castillo, padre de la criatura alumbrada en 1518, Álvaro de Castro, que prolongó las aventuras clarianescas en un Libro segundo aparecido en 1522, y Jerónimo López, escudero hidalgo de la Casa del Rey de Portugal, que retomó la obra inaugural del ciclo para darle a don Clarián un egregio hijo (Floramante de Colonia en la Segunda parte), unos dignos rivales en la primacía caballeresca (Garçón de la Loba y su hijo Deocliano en el Libro tercero de 1524) y un honorífico y respetuoso recuerdo cuando nuevas generaciones de caballeros relegan al fundador de la saga a un papel casi irrelevante (la Cuarta parte de 1528). Es pues López el autor que más aportó –al menos cuantitativamente– al ciclo de don Clarián, aunque poco parecieron interesarle sus afanes creativos al destinatario de sus tres libros, el rey don Juan III de Portugal. |
LEA Book Distributors |
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